Madrid es una gran ciudad que cuenta con rincones verdes que sorprenden al viajero. La capital de España esconde varios lugares naturales que merecen ser visitados.
El Parque de la Quinta de los Molinos se encuentra en El Salvador, en el barrio de San Blas (Metro Suanzes y autobuses números 77, 104, 114 y 146). Este precioso parque está delimitado por las calles Alcalá, Miami, Juan Ignacio Luca de Tena y la avenida del 25 de septiembre.
Destaca como un parque histórico madrileó, edificado sobre unos solares que el conde de Torre Arias regaló a su arquitecto César Cort Botí en 1920. La nostalgia de su tierra (Alicante) condujo al arquitecto a reproducir un jardín levantino, en casi 30 hectáreas. Después de varios años de semiabandono, en 1980 se cedieron tres cuartas partes del parque al Ayuntamiento de Madrid, permitiendo que el resto del parque fuera de uso residencial.
La puerta principal de acceso a la Quinta de los Molinos da paso a un diminuto paso de tierra con árboles a ambos lados y bancos a lo largo del camino. Parece un jardín privado, bello y nostálgico. A media que se recorre el parque, los caminos se bifurcan a ambos lados hasta zonas más amplicas y recoletas.
La vegetación a base de chopos, cipreses, castaños y abetos se extiende por cada rincón del parque, si bien las zonas centrales están dedicadas en exclusiva al cultivo de almendros. Así, uno de los mayores atractivos de este parque capitalino es pasear entre estos bonitos almendros en flor durante la primavera.
En paralelo al camino central, que atraviesa todo el parque, aparecen vías plagadas de hojarasca, por las que caminan las ardillas y las lagartijas y en las que se encuentran plantaciones de bambú y flores silvestres.
En definitiva, La Quinta de los Molinos se puede recorrer en poco más de una hora. En su visita no hay que dejar de lado un palacete de inicios del siglo XX, un estanque, un molino y el edificio conocido como Casa del Reloj.