Labastida, una joya alavesa

Labastida

A 45 kilómetros de Vitoria y ubicada al pie de la sierra de Tolobo, Labastida reivindica el título de la capital del vino de La Rioja y es una de las villas alavesas con mayor carácter y en la que no faltan los misterios, como unas raras tumbas antropomorfas que salpican sus cercanías y varios templos de la villa.

Su casco antiguo es un magnífico muestrario de monumentos barrocos. Además, los restaurantes de Labastida son conocidos por preparar mejor que nadie las especialidades típicas riojanas, entre las hay que probar las patatas con chorizo y  las chuletillas de cordero a la brasa. Todo ello acompañado con el excelente vino de la tierra.

En Labastida sobresalen dos grandes monumentos religiosos que dan categoría a  esta villa. El templo del Santo Cristo en el que tanto en su exterior como en su interior se pueden diferenciar perfectamente dos estilos por tamaño y el trabajo de la piedra, siendo la portada y la imposta del románico y el resto de estilo ojival. En el interior destaca  un raro Cristo, pues su brazo derecho está colgando, caído de la cruz.

Luego, la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción se comenzó a construir a fines del siglo XVI y se continuó en el XVII. Más tarde, se le añadió una torre de estilo herreriano y en el siglo XVIII se terminó la sacristía de planta octogonal. En su interior llama la atención el retablo mayor de madera de nogal dorada al fuego muy recargado y de estilo barroco. También hay que fijarse en su altar, su sillería de nogal y un órgano muy valioso.

Por último, el Arco de Larrazuria es por donde se entra a Labastida y luce las armas de la villa en un precioso templete renacentista. De camino por el pueblo se pueden ver casonas de amplio alero y con sus escudos señoriales, destacando entre la arquitectura civil la Casa del Condestable o Paternina, el palacio barroco de la familia Salazar y el Ayuntamiento.