Con más fama que la propia Alcazaba, el tapeo tiene merecida reputación en Almería. Bares y tabernas suelen servir buenas tapas de cocina en cantidades sin par (prácticamente se come con una tapita). Por otro lado, su precio resulta muy económico, pues suelen rondar los dos euros.
La costumbre es salir antes de comer y por las noches, son tan abundantes que sustituyen a la cena. Fieles a la tradición diaria, los sábados cobran protagonismo las raciones, que dejan en el olvido a restaurante y la cocina de casa.
En el reino de las tapas destacan por su cantidad, las patatas al horno, los «cherigans», el pulpo frito y los taberneros, por su calidad y sabor, las gambas, la jibil, los jureles, los boquerones…
Se puede desgustar en la zona de la Cuatro Calles en famosas taberna como Casa Puga, con una carta enorme en las que sobresalen las gambas rebozadas. En la plaza de los Burros, sobresale la Bodeguilla del Marqués de Heredia, con aspecto de café de tertulia; baldas y mostradores guardan riquísimos licores y manjares.
En otro estilo, el sabor de la Andalucía occidental invade con sus sevillanas los locales de la calle Trajano, El Cortijillo, La Charca, El Campico y El Camino del Rocío. Manzanilla, fino, sevillanas y bulerías inundan estos lugares.
Por otro lado, en uno de los callejones de Antonio González Egea se despliegan las terrazas más concurridas de la noche: El Ramón y el Ajoli. En la zona de la Nueva Andalucía, en la calle de Blas Villanueva Infante, se pueden encontrar buenos locales para tapear como el Crifer, el Infantes, La Alternativa, la Bodega Capel, el Bar Calzada, El Abuelo y Bahía.
El barrio de Zapillo tiene un caráctre propio que se siente en bares como el Robles, Los Domínguez, el Hermoso y el León. Por último, en la avenida del Mediterráneo se hallan el mesón Trébole y la inimitable Virgen Chica, donde ofrecen, sin duda, las tapas más grandes de toda Almería.