Noja, una sorpresa cántabra

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Enclavada en un impresionante marco natural, Noja ha tenido en los últimos años una amplia transformación; lo que fuera un pequeño pueblo costero dedicado a la explotación ganadera, ha pasado a ser a  uno de los hitos vacacionales mas importantes de la costa de Cantabria debido a la belleza  de sus playas, como las  de Ris y Trengandín.

Noja cuenta con  uno de los perfiles costeros más bonitos y originales de la zona, enmarcado entre las marismas de Joyel y La Victora. La villa divide dos conjuntos de playas: las occidentales, Joyel y Ris, separadas por el peñón de Suaces; y las orientales, Trengandín, con una magnífica formación kárstica más apreciable con la marea baja; Helgueras y la salvaje playa de El Brusco.

En el centro de la villa se alza el edificio más importante de Noja, la iglesia parroquial de San Pedro. Se construyó  a finales del siglo XVII y en ella destaca  la imponente torre campanario, el conjunto sepulcral de los marqueses de Velasco y el altar mayor, con imágenes de sus patrones actuales, San Celedonio y San Emeterio.

Junto a la iglesia se encuentra  el palacio de los Marqueses de Velasco, cuya torre fue erigida en el  siglo XV y su cuerpo principal, algo posterior, ostenta dos grandes escudos nobiliarios. Continuando por  la calle de los Pinares se llega al palacio de los Marqueses de Albaicín, casa solariega del siglo XVI, actualmente sede de la Casa de la Cultura.

Bordeando este solar surge la casa de Don Manuel Morales, de claro influjo modernista. Al final de la calle está  la casa solariega de Assas, que junto al palacio de los Garnica, las casonas de la Torre y del Capitán Venero son las muestras  más significativas de arquitectura civil del siglo XVIII de Noja.

Por último, a cuatro kilómetros de Noja, se encudentra Isla, sitio  turístico que alardea de contar con algunas de las playas más bellas de Cantabria. Si a esto se le añade una rica gastronomía y un notable patrimonio monumental, resulta una localidad digna de ser conocida.