Tarancón, un precioso rincón conquense

Tarancón es una bella  ciudad de la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha). Se trata de una ciudad industrial y de servicios y lugar de paso y parada de la autovía a Valencia. En las últimas décadas ha experimentado un auge continuo debido a su cercanía a Madrid y a la creciente dotación de infraestructuras.

Las calles del casco antiguo de Tarancón esconden, además de restos romanos, numerosos edificios y casonas nobiliarias que revelan su fértil pasado. En los últimos años, Tarancón ha perdido  varios  edificios de enorme valor patrimonial y sentimental para los taranconeros, como la casa de Sevilla (siglo XVI) y el hotel Quintana (siglo XX).

Comenzamos la visita con  la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. De estilo gótico, fue transformada totalmente en tiempos de Felipe II. Cuenta con tres naves, con bóveda de cañón en la nave central y de arista en las laterales. En el siglo XVIII se le añadió una torre, coronada a fines del siglo XIX por Artiaga y llamada la “Giralda manchega”.

En el entorno de la iglesia se pueden contemplar  los restos de la muralla romana y el arco de la Malena. Desde el exterior hay una panorámica del popular barrio de Castillejo, la zona más antigua de la localidad. Bajando por la cuesta de la Iglesia se accede al Caño Gordo, un lavadero romano que todavía se usa.

La calle Zapatería conduce al convento de San Francisco, del que soamente se conserva la iglesia. Erigido en el ocaso del siglo XVII, estaba considerado el mejor convento capuchino de Castilla.

En el casco antiguo están  los edificios civiles de mayor relevancia como la casa-palacio de los Parada, la casa de la Condeas el palacio del Duque de Riánsares  y la fábrica de harinas de Antonio Serran.

Por último, a  tres kilómetros de la localidad se halla el santuario de Riánsares. Para cruzar el río que conduce hasta allí, se utiliza el puente romano, resto de la vía romana que unía  Segóbriga y Cómplutum (Alcalá de Henares).